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Cuarta y última parte de la reseña:
14. Treceavo turno. El mando cartaginés ha alcanzado el punto de ruptura al perder otra base, esta vez de infantería ligera frente a los legionarios del extremo derecho, al lado del bosque. Por tanto, a partir de ahora, deberá emplear sus puntos de mando en evitar que sus tropas huyan hacia su borde del tablero. Aquellas que no pueden ser retenidas se dirigen con todo su movimiento hacia su retaguardia de la forma más directa posible.
Los íberos, por su parte, intentan envolver gracias a su
superioridad de bases, a los dos elementos de legionarios que se les enfrentan
cerca del bosque de la izquierda, de forma que, cortándoles las retiradas, un
simple resultado de ventaja en los dados los eliminen.
En el centro, las tropas romanas ligeras evitan la carga de
los auxiliares íberos retirándose sin vergüenza en línea recta hacia su
retaguardia, paralelos al camino central.
Y con el último punto que les queda, antes que adelantar a
la columna romana frente a la línea de auxiliares íberos que les esperan,
prefieren utilizar una base de legionarios (la tercera y última de la columna)
para zoguear (situar en Zona de Control) a los auxiliares íberos que pretendían
cargar por el centro a la infantería ligera romana.
Hay que señalar aquí que la situación se decanta ya
definitivamente del lado romano, puesto que alcanzan superioridad de bases y de
calidad de tropas en el centro, y ya en su flanco derecho, frente a los
cartagineses que han comenzado a abandonar el campo de batalla.
En el flanco izquierdo, el que enfrenta a los íberos, no es
así. Pero en este caso, y estando el enemigo a punto de perder a su caballería
ligera que acabará eliminada o sacada del terreno de juego (no se ve en la
imagen), tampoco deberían, a la larga, tener mayores problemas al menos para
aguantar hasta el final de la partida o hasta la llegada de refuerzos, ya que
todo el flanco derecho romano quedará libre cuando el ejército cartaginés
abandone la partida, más pronto que tarde.
15. Imagen final de la partida. La caballería íbera del
extremo izquierdo a punto de ser eliminada por los mercenarios galos, supondrá
la primera baja íbera de la partida, y la quinta de su bando. Los romanos han
perdido dos bases y mantienen mejores posiciones y tropas que sus enemigos.
La retirada definitiva del ejército cartaginés deja en
solitario al mando íbero frente a los dos ejércitos romanos que, bastante
enteros, podrán con poco esfuerzo y algo de organización, acabar de una forma u
otra con su resistencia tarde o temprano.
Conclusión.
La partida fue, ante todo, muy divertida y en ocasiones,
ciertamente emocionante, no exenta, además, de cierta complejidad y dificultad.
Resaltar en primer lugar el buen hacer y excelente
deportividad del amigo David y del amigo Esteve, a la que, no nos engañemos, ya
estoy acostumbrado, y con la que siempre cuento a priori en las partidas que
jugamos.
Por otra parte, los ejércitos romanos eran superiores en
calidad, y además los aliados hay que reconocer que tuvieron unos resultados a
los dados de pena, especialmente al movimiento, durante toda, toda la partida,
que no es poco, y un handicap difícil de superar si el bando contrario, con
todo a su favor, no comete demasiados fallos como, si me lo permitís, fue el
caso, manteniéndose en todo momento agrupado y presentándose siempre ordenado y
con una relativa sólida línea de frente.
En fin, sólo agradecer a mis enemigos su asistencia y el
buen humor que mantuvieron durante toda la partida, así como su educación y
cortesía, y a vosotros la atención que habéis tenido al leer esta crónica que
espero os haya gustado y que de alguna manera os haya hecho sentir algo de la
diversión y la emoción que pudimos disfrutar durante aquella bendita tarde en
el Club Rubicon.
Un saludo a todos.
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