Hace unos años un sabio amigo, me traslado un pensamiento, que hasta el día de hoy he intentado aplicar: "No hace falta irse a los confines del planeta tierra para conocer a alguién especial o llevarse una sorpresa maravillosa..." Y de eso es precisamente de lo que voy a ecribir en este artículo.
Mi história comienza en la encantadora y gran desconocida ciudad de Toulouse. Situada a menos de 400km de Barcelona, esta fantástica urbe, mezcla de modernidad (fábrica Airbus, Ciudad del espacio) y de un clásico toque provincial, hacen de ella un lugar perfecto para zambullirse durante unos días en sus museos, plazas, monumentos, edificios históricos, enormes parques y jardines, realizando largos paseos por su gran casco antigüo, caminar por la ribera del Garona, y como no, asistir a un partido de rugby patrocinado por el Stade Toulosian.
Pero en este caso mi explicación nos llevará a descrubir un lugar especial, se trata del Museo de la resistencia y la deportación de Toulouse. Sin embargo, comenzaremos por otro pequeño rincón de la ciudad que merece la pena visitar. En la confluencia de las calles Frederic Mistral y Des Demoiselles, encontraremos un memorial dedicado a la liberación de Toulouse.
La entrada es gratuita. A primera vista parece un simple subterraneo, pero una vez que te adentras el su laberíntico recorrido, descubres que sin duda alguna estas en un bunker, realizando un viaje en el tiempo. Varias salas, en las cuales se proyectan imágenes acerca de la Segunda Guerra Mundial sobre el frio hormigón. Rostros de miembros de la resistencia caidos en combate o capturados por los nazis, escenas dantescas del Holocausto, nos hacen recordar el horror que creamos nosotros, la raza humana contra nuestros semejantes.
Pero no todo es triste ni aciago para el viajero, también podemos encontrar un espacio, en el cual se conmemora la liberación de Toulouse, que se produjo el 19 de agosto de 1944, una placa situada en el suelo, recuerda esta inolvidable fecha para los habitantes la ciudad. En definitiva un lugar para el recuerdo y la meditación.
Apenas a unos minutos, situado en el número 52 de la allée des Desmoiselles, nos encontraremos con el museo de La resistencia y La deportación. La forma más rápida de llegar utilizando el transporte público es bajar en la parada de metro Palais de Justice linea B.
El museo esta situado en una elegante edificación, el visitante debe tener cuidado de pasar de largo, ya que unicamente un placa nos indica su ubicación.
A lo largo de la geografía francesa podemos encontrar memoriales como este, especialmente en áreas donde la resistencia tuvo un papel destacado y las deportaciones a campos de concentración y exterminio fueron importantes. Toulouse y la región circundante sufrió una gran represión por parte de los nazis, a pesar de encontrase situada en la Francia de Vichy.
La entrada del hall del museo es toda una declaración de intenciones, un gran panel con la imagen de Auschwitz nos introduce de lleno en la idea que quiere transmitir el lugar. Colocadas en unas vitrinas, varias piedras de Treblinka nos harán reflexionar sobre la barbarie nazi. Los prisioneros eran obligados a transportar dichas piedras, subían la famosa escalera, y una vez arriba las lanzaban al vacio, teniendo que bajar a recogerlas de nuevo, así hasta la muerte.
Un autentico uniforme perteneciente a un deportado, situado en la misma sala, completa la colección de testigos mudos de esa funesta época. La curiosidad es que luce el triángulo rojo invertido, que distinguian a los prisioneros políticos y resistentes franceses. Justo delante, en el interior de una vitrina, un póster propagandístico y un subfusil ametrallador Brent hacen un guiño a la resistencia francesa durante la ocupación.
El museo dispone de tres niveles, en el primero de ellos hay una exposición temática dedicada exclusivamente al genocidio y la deportación. Expuestos en sus muros, varios mapas nos indicaran la localización de los diferentes campos de exterminio y concentración diseminados por toda Europa, así como el número de personas que fueron asesinadas en ellos.
Las fotografías expuestas no son nuevas para el gran público, al menos para la gente de cierta edad, por eso estos centros cumplen con la misión de enseñar a las nuevas generaciones lo que sucedió en nuestro continente no hace mucho, para que no se repita de nuevo. Son los rostros de tres víctimas, que únicamente con sus miradas y sus rostros marcados por la desgracia, nos explican las historias anonimas de millones de personas.
A lo largo de la sala encontraremos más objetos relacionados con la temática, uniformes utilizados por los prisioneros, utensilios de tortura. Un panel informativo nos explica perfectamente la nomenclatura de los distintivos que se colocaban a los deportados en sus vestimentas: Rojo; político alemán, Rojo con una F;Político francés, Estrella amarilla y roja; Político judío, Negro; Asocial, Marrón oscuro;Gitano, Marrón claro; Testigos de Jehova, Azul; Apátrida, Verde; delitos comunes, Naranja; Homosexuales, Estrella de David; Judíos.
Retratos al carboncillo, realizados por los mismo prisioneros nos introducen en el día a día de los campos de la muerte.
Presidiendo el lugar una imagen desgarradora de unos prisioneros hacinados en sus barracones, sobre ella una frase lapidaría para el recuerdo: "Plus jamais ça! (Nunca más)
El nivel intermedio esta destinado a una sala de conferencias, donde cada semana los veteranos combatientes de la resistencia (muchos de ellos españoles) y supervivientes del Holcausto, dan charlas a grupos de escolares. Todo explicado sin odio, sin resentimiento, sin acritud. Cuando observo estas cosas y las comparo con nuestro país, en el cual, casi setenta años después de nuestra tragedia nacional, seguimos imbuidos en un guerracivilismo absurdo, inútil y estéril.
La tercera planta sin duda alguna, es la que alberga la mayor parte de la información que existe el museo.
Colocados cronológicamente, decenas de paneles nos harán realizar un viaje en el tiempo, desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la caída y ocupación de Francia, los movimientos de la resistencia, la deportación en masa, los desembarcos aliados, la liberación de París, etc...
Todo ello con todo lujo de detalles, el único problema con el que el visitante se puede encontrar, es el hecho de que todo esta únicamente en francés, creo que para los anglófonos puede ser más complicado que para nosotros.
Armas, uniformes y todo tipo de material usado por los miembros de la resistencia son expuestos en vitrinas, para el deleite del público.
Un pequeño espacio esta dedicado al discurso que realizo el general Charles Degaulle desde su cuartel general en Londres en 1940, después de la retirada de las tropas franco-británicas en Dunquerque. En él, pronuncio las famosas palabras: "Francia a perdido una batalla, pero Francia no ha perdido la guerra" Este fue retransmitido por la BBC para todo el mundo. En cada rincón de Francia puedes encontrar algún tipo de placa conmemorativa que hace alusión a este relevante momento histórico.
Una de las curiosidades que me llamo la atención, fue descubrir que se hacía bastante alusión a los "Guerrilleros" españoles que combatieron en el sur de Francia. Varios paneles explican quienes y como contribuyeron a la derrota nazi y a la posterior liberación de varias ciudades importantes, incluida Toulouse. Nuestros compatriotas llegaron a ser temidos por los alemanes, tanto por su destreza, como por su entrega y determinación en el combate. Todos ellos provenían de unidades del ejercito republicano.
Pero sin duda alguna, el momento más emotivo de nuestra visita y que siempre permanecerá en nuestros corazones, fue conocer a un verdadero luchador de la libertad, un héroe anónimo que arriesgo su vida, y que sufrió las consecuencias de enfrentarse a un régimen de terror.
La casualidad hizo que justamente ese día, un veterano perteneciente a la resistecia tenía programada una charla con un colegio de la ciudad. Sentado apaciblemente, esperando que los profesores terminaran su explicación introductoria. Así es como lo encontramos. Los que ya me conocen, saben que ante una oportunidad como esta no lo dudo ni un instante. Nos acercamos a él, presentándonos educadamente, le explicamos que veníamos de España, y que pertenecíamos a una asociación de historia. Fue así, como comenzó una increible conversación que duro varios minutos. El señor extremadamente amable, nos explicó cual era su labor en el museo, y que cada semana realizaba charlas a grupos escolares, y que dependiendo de la edad de los niños, podía contar unas cosas o otras. Con los ojos humedecidos por la emoción de los hechos que iba relatando, nos explico como a la edad de 17 años decidió enrolarse en la resitencia francesa, de como las SS le capturaron a las afueras de Perpignan, miestras intentaban sabotear una linea ferrea. Gracias a su emotiva y detallada narración, pudimos ponernos en su piel, cuando siendo un adolescente, te encuentras rodeado de decenas de SS, que te gritan, y te pasa por la cabeza que te van a ejecutar allí mismo, eso unido a los ensordecedores ladridos de sus perros. Prosiguió su relato, explicandonos que estuvo confinado hasta en cinco campos de concentración, entre ellos: Buchenwald y Dachau. En este último conoció a muchos españoles, a los que llego a admirar. Los camaradas que no sobrevivieron y que dejo en el camino tuvieron un recuerdo en sus palabras. Emocionados nosotros también, ante el gran privilegio de poder oír de boca de un superviviente, le agradecimos efusivamente sus palabras y el rato que había estado con nosotros. Cual grande fue mi sorpresa, que cuando le pedí que si me podía fotografiar con él, no solamente su respuesta fue afirmativa, sino que muy efusivamente rodeo mi espalda con su brazo. Al despedirnos, le dimos las gracias, a lo que respondió que era un placer. Yo intente hacerle comprender que a lo que yo me refería era que nuestro agradecimiento hacia su persona, era por haber combatido al fascismo en Europa.
Con el rostro emocionado nos contesto con un simple y lacónico: Merci!!
Quiero dedicar este artículo, a todos aquellos que combatieron a la barbarie nazi en Europa: Soldados aliados, resistentes, guerrilleros etc... Y que gracias a ellos vivimos en una Europa libre.
2 comentarios:
Chapeau, me quito el sombrero. Realmente tenemos una gran deuda con todos aquellos que lucharon contra la barbarie. Vayan por delante mi admiración y respeto.
Y muchas gracias a ti Raúl, por el excelente texto y las elocuentes fotos, por haber compartido una experiencia y un momento tan especial.
Gracias, me motivaste a ir al museo en diciembre.
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