domingo, 21 de enero de 2018

Hola:

El pasado sábado los socios Fermuscat, Caronte y un servidor nos quedamos un ratillo por la tarde a disfrutar de uno de los juegos de mayor éxito de los últimos tiempos: Terraforming Mars.

La verdad es que los eurogames de cubitos no me entusiasman demasiado, pero en este caso la inmersión que logra el juego gracias a las cartas consigue que te sientas como una auténtica megacorporación que emprende la titánica tarea de convertir el planeta rojo en un lugar habitable.



Esta vez pudimos jugar con la ampliación Venus Next, que añade unas cuantas cartas más, y un pequeño tablero extra para monitorizar las tareas en ese planeta, junto con un par de detalles más que os enseñamos en estas fotos.



Aquí podéis ver la nueva recompensa "Venúfilo".


Y aquí tenéis el nuevo hito "Ser Superior".

Precisamente los hitos y las recompensas fueron las claves de mi estrepitosa derrota (volví a quedar el último, menuda sorpresa) y es que hay que ser rápido porque el juego te permite especializarte y despuntar en algunos aspectos como minería, energía o dinero, pero cuando está claro que vas a ser el líder de esas producciones, debes asegurarlas y conseguir así unos valiosos puntos de victoria.



Durante los primeros compases de la partida, nos lo tomamos todo con mucha calma. Nadie hizo el menor esfuerzo por elevar la temperatura ni para aumentar el oxígeno en la atmósfera, pero no parecía importarnos demasiado.


Esta cartita se prestó a un importante cachondeo, especialmente al final de la partida. En realidad, puede decirse que estas adorables criaturas fueron las que decidieron el vencedor.




Poco a poco nos fuimos poniendo las pilas, y lo más curioso fue que la temperatura del planeta aumentó rápidamente pero debido al efecto de las cartas que jugábamos, y no tanto por la producción "normal" de energía y calor.


El caso es que me puse a hacer bosques para aumentar el nivel de oxígeno, pero uno de los jugadores tuvo la brillante idea (nunca mejor dicho) de tirarme encima una de las lunas de Marte... así, tal como suena. El caso es que todas las plantitas que había estado atesorando primorosamente quedaron vaporizadas en una fracción de segundo. 


En cuanto a Venus, mi inexperiencia con el juego me llevó a ignorar alegremente a ese pobre planeta, y como Fermuscat tampoco estuvo mucho por la labor, fue Caronte quien se lanzó a fabricar nubecitas que sostuvieran (literalmente) la creciente población venusiana.


Durante la mayor parte del juego, Fermuscat (verde) se mantuvo en cabeza en el marcador de Puntos de Victoria, pero tal como podéis apreciar en la misma imagen, Caronte (azul) había montado una infraestructura impresionante que le permitía abaratar costes y obtener cartas nuevas sin parar. Total, que hubo turnos en que, mientras los otros dos le mirábamos con creciente inquina, el chaval se dedicaba a jugar una carta tras otra ante nuestra impotente mirada. En la imagen siguiente también se aprecia la cantidad de empresas y tinglados que llegó a montar.





De hecho, eso tuvo como resultado la impresionante retahíla de cartas que había jugado en un momento bastante temprano de la partida, lo que hizo que se dispararan las alarmas en el tablero.



Aquí podéis ver cómo efectivamente los otros dos jugadores eliminaron enseguida mis posibilidades de obtener hitos o recompensas, a pesar de que tenía serias opciones de convertirme en Termalista. Es difícil estar pendiente de todo, pero es precisamente la capacidad de controlar múltiples variables la que te puede dar la victoria.



Al final de la partida, el planeta rojo ya no lo era tanto y, entre el esfuerzo de unos y otros, nos quedó monísimo de la muerte. Yo llevaba al jugador rojo e intenté crear todas las ciudades que pude aprovechando que me beneficiaba de ello financieramente, pero enseguida me quedó claro que la cosa no pintaba bien para mí.



Al final Caronte ganó POR UN SÓLO PUNTO por delante de Fermuscat, a pesar de que la trayectoria de ambos jugadores durante la partida fue muy diferente. En realidad, Fermuscat fue líder toda la partida y Caronte iba el último en todo momento, pero fue en el conteo final de Puntos de Victoria la que le dio la vuelta a la tortilla.


Y aquí tenéis la auténtica foto finish: fue el Gran Convoy de la Tierra, que venía cargado de perritos, combinado con la capacidad de Caronte de meternos pequeños sacos de pulgas en todas las ciudades de Marte, la que le proporcionó el impulso final que necesitaba para declararse vencedor de la partida.

Sólo puedo decir que me divertí mucho, aprendí un montón y pasé una tarde estupenda. Os aseguro que se trata de un juego muy pero que muy recomendable. La calidad de materiales e ilustraciones también ayuda a que la experiencia sea más interesante.

¡Nos vemos al otro lado del Rvbicón!

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